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¿Primero yo o primero mis hijos?




“La paternidad se trata de entender que el hijo/a que
tienes “ES” exactamente quien está supuest@ a ser. 
Si eres afortunado, quizá tus hij@s sean el maestro/a
que te lleven a convertirte en la persona que tú estás
supuesta a ser.”

The Water Giver


Los hijos “especiales” en realidad son simplemente “los hijos”. Cada uno de ellos y cada uno de nosotros somos “especiales” de la manera que somos. Todos tenemos necesidades únicas y requerimos de apoyos para lograr aquello que nos representa un desafío. Con estas palabras, no deseo minimizar la cantidad de apoyos que algunas personas necesitan para poder alcanzar aquellos pequeños o grandes logros que para algunos de nosotros, resultan fáciles, simples y de sentido común. Mi intención es más bien, la de darle a cada hijo el lugar “especial” que se merece tan solo por el hecho de habernos elegido como padres. 

Partiendo de la premisa de que somos los padres de familia, quienes aceptamos la llegada de los hijos a nuestras vidas, quienes ponemos nuestro líquido sagrado y creador para aceptar la posibilidad de engendrar la vida de un ser humano. Somos entonces, las maderas y los padres los responsables de brindar a los hijos lo que les corresponde por derecho de aceptación y compromiso. Ciertamente, muchos padres argumentarán que su hijo o hija, no es de la manera que lo hubieran deseado, y eso es válido; sin embargo, quizá para esos hijos nosotros tampoco nos comportamos como los padres que ellos desean y eso pone a ambas partes en posiciones similares.

En temas de justicia, me parece que todo está perfectamente balanceado por esa energía, molécula o célula creadora que todos llevamos en nuestro interior, cada uno de nosotros hemos venido a vivir la experiencia de vida que nos corresponde vivir para aprender y transformarnos en aquellos seres que queremos llegar a ser. Toda las personas tenemos la oportunidad de querer vivir en armonía y estamos llamados a aprovechar cada una de las oportunidades (fáciles y no fáciles), que se dan en nuestro entorno,  para aprender a sonreír, para construir de manera conjunta las experiencias de vida alegres y exitosas que deseamos vivir en familia.

Antes de tomar una decisión que piensas que es lo mejor para tu familia, asegúrate de hablarlo primero con cada miembro y explora las necesidades y anhelos de cada uno de ellos.


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