Ir al contenido principal

Regala a tus hijos palabras y acciones que los construyan


"Cada vez que tu hijo te platica algo que le produce enojo y tristeza y tú le respondes: “no te preocupes, no le hagas caso, no es para tanto, etc." estás ignorando sus emociones. Él o ella sentirá que solamente las emociones de los adultos son importantes y en adelante, podría decidir guardar silencio y no hablarte más sobre sus emociones y sentimientos."


Si somos capaces de hacer daño (sin intención) a los sentimientos y emociones de nuestros hijos a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones, entonces también deberíamos desarrollar la habilidad de regresarles su auto-confianza y la capacidad de creer nuevamente en nosotros como sus mejores guías y consejeros, a pesar de las fracturas que hemos causado.
Los adultos actuamos impulsivamente (incluso con sarcasmo y/o violencia) cuando observamos a nuestros hijos hacer algo que está prohibido, que NO nos gusta, que NO se debe hacer, que NO está permitido por las creencias sociales y por nuestras propias creencias. Sin embargo, cuántas veces somos capaces de hacer una pausa antes de lanzar la primera mirada, el primer grito, la primera palabra e incluso el primer movimiento de mano, antes de observar la rabia, el dolor, la vergüenza y la ira que estamos experimentando en nuestro cuerpo en el momento de corregirlos “para que aprendan y no lo vuelvan a hacer”.
Tratar de modificar un comportamiento, llamar la atención o corregir una reacción de nuestros hijos en el momento que estamos experimentando emociones que nos sacuden el cuerpo, es definitivamente EL PEOR MOMENTO. Cuando estamos experimentando que nos sube repentinamente la temperatura del cuerpo, que nos hierve la sangre, que se nos hace un nudo en el estómago o en la garganta, que las piernas nos tiemblan, que la cabeza nos estalla o nos da vueltas, que los músculos de los hombros se contraen, que las piernas nos tiemblan, que las manos nos sudan o los ojos se nos ponen llorosos… es porque nuestro cuerpo nos está gritando: “¡Detente en este instante! ¡No te muevas! ¡No digas nada! ¡Observa tu cuerpo y lo que estás experimentando! ¡Pon atención a tu estado emocional! ¡Ve hacia otra habitación o sal de ese lugar y comienza a respirar profundo! Cualquier palabra, mirada o gesto corporal que hagas en este momento, puede crear un daño irreversible en la estabilidad emocional de tu hijo(a) y en su relación contigo.”
Nuestro cuerpo nos habla, nos indica claramente cuando es momento de detenernos antes de hacer daño con nuestras palabras y acciones a quienes más amamos. Nuestro cuerpo también nos indica claramente cuando estamos experimentando gozo, alegría, paz, serenidad y armonía. Toma tiempo para observar tus pensamientos y sentir en tu cuerpo cada emoción que experimentas. Sentir tus emociones en el cuerpo es el primer paso para poder modificar esas conductas tuyas que tanto alteran, llenan de ansiedad y de rencor a tus hijos (gritos, acciones de desesperación, intolerancia, sarcasmo, golpes, castigos injustos, etcétera).
Recuerda: los hijos nos están observando en todo momento y eventualmente replicarán todo aquello que ven en nosotro. La única manera de enseñarles a nuestros hijos a desarrollar la capacidad de auto-regulación emocional, es que nosotros seamos primero capaces de auto-regularnos en los momentos de crisis e inestabilidad.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Vivir en vida

Al nacer y al reinventarnos, cada ser humano es como una hoja de papel en blanco, un papel que no contiene nada pero también contiene todas las posibilidades. Cada uno de nosotros está llamado a escribir en esa hoja en blanco: lo que es posible (según lo que conocemos), lo que es imposible (según nuestros miedos y creencias), lo que es visible (según lo que consideramos que es nuestra realidad) y lo desconocido (según la capacidad que tenemos de creer y confiar en lo milagroso o desconocido). Cada nuevo día tenemos la oportunidad de reescribir o modificar lo que en ese papel hemos escrito. Al final de cuentas, el presente y el pasado se pueden transformar cuando aprendemos a observar “la misma escena” desde una percepción diferente. Somos libres de observar el pasado desde el dolor y sufrimiento, o bien, observarlo desde lo que la vida nos está mostrando para fortalecernos y demostrarnos que aquello imposible y desconocido en lo que no nos atrevemos a confiar, es tan real como n

Los hijos no te escuchan, te observan...

Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo al refrigerador e inmediatamente quise pintar otro.                            Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, pendiente de detalles, y entendí que las pequeñas cosas son las cosas especiales de la vida.                               Cuando pensabas que no te veía, te escuché pedirle a Dios y supe que existía un Dios al que le podría yo hablar y en quien confiar.                              Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos sanos y enfermos y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.                               Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que no tienen nada y aprendí que aquellos que tienen algo deben compartirlo con quienes no tienen.                               Cuando pensabas que no te veía, te sent

Inclusión, ¿una utopía o una realidad?

Inclusión... ¿una utopía?, ¿un ideal?, ¿un sueño inalcanzable para la raza humana? No lo sé, pero mientras exista el mal entendimiento de que somos una especie con una inmensa diversidad y por lo tanto de inagotables diferencias, será un reto entender de raíz lo que es la inclusión y llevarla a cabo. La inclusión no debe ocurrir únicamente con personas con diagnósticos neurológicos o biológicos, la inclusión debe ocurrir bajo cualquier circunstancia en la que una persona o un grupo de personas sean mal entendidas por el resto. La exclusión ocurre con los adolescentes están por vivir una etapa mal entendida y los tachamos de rebeldes, no pensantes e irresponsables; con el autismo por ser una condición que no tiene explicación "lógica" y por lo tanto, no hay lógica general para relacionarse con ellos. Con los diagnósticos en los que faltan o sobran cromosomas porque físicamente nos parecen diferentes y sus necesidades biológicas son muy diferentes a las del resto. Co