Ir al contenido principal

Cuando ya no esté contigo...


Cuando esté lejos y haya partido. Cuando ya no esté aquí para observar tu vida, aplaudir tus logros y abrazarte en tus caídas. Cuando ya me haya marchado y mi tiempo de transformar el mundo para que tú no sufras y seas incluido se haya agotado. Cuando ya no pueda ser más tu voz, tu sentir, ni tu pensamiento. Cuando ya sea demasiado tarde para enseñarte aquello que me negué a enseñarte por miedo a que no lo lograras. Cuando el tiempo se haya agotado y ahora te quedas tú con lo que juntos construimos y no terminamos.
Cuando no esté para defenderte de un entorno hostil y poco incluyente y no tengas las herramientas para gritar tus necesidades. Cuando debas pedir ayuda y tu dificultad en atención conjunta y tu lenguaje no te permitan hacerlo. Cuando ya no pueda ser yo quien justifique tu comportamiento ni tus desplantes. Cuando ya no esté más para gritar al mundo entero que tu diagnóstico te limita y a mí también…
No esperes a que la vida te alcance para cumplir tu ciclo de vida. No esperes llegar a la línea gris de la partida para llenarte de miedo y angustia por todo lo que tu hijo aún no ha logrado y tu comunidad no ha comprendido... Es HOY cuando necesitas aprender a darte valor y dar valor a lo que él/ella ha logrado para saber que puedes lograr “el máximo” potencial a pesar de que no sepas cuál es “su máximo potencial”. Es hoy cuando es indispensable ponerle límites amorosos y darle todas las herramientas de independencia, funcionamiento  y auto-regulación que sean posibles para que el entorno no le resulte tan hostil y temeroso.
Es hoy el momento en el que puedes elevar tu voz al unísono con otros padres y exigir lo que a tu hijo le corresponde tan solo por el hecho de ser "gente".
Deja de esperar a que alguien más lo haga por ti, a que te caigan los recursos del árbol que ni siquiera has plantado. Deja de lamentarte y poner como excusa el diagnóstico de tu hijo para no buscar información y educarte. Deja de pensar que si no sabes cómo guiar a tu hijo, es porque nadie te ha dado las herramientas y la información que necesitas. Deja de culpar a tu entorno apático e ignorante de que tú y tu hijo no encajen en la sociedad…
¡Levántate! Mírate al espejo y convéncete que la fuerza del amor de una madre y de un padre, son las armas blancas más poderosas creadas por la naturaleza humana, que pueden aplastar a cualquier dragón de siete cabezas para llegar a la cima del Monte Everest.

Nadie dijo que ser madre o padre era fácil, ni siquiera si los hijos son “normales” o “no normales”. Ser padre de familia es un compromiso con la vida de los hijos y de la humanidad misma. Hoy te invito a que te tomes de las manos con aquellos que están dispuestos a recorrer contigo tu camino; abrázate de tus vecinos de diagnóstico que caminan la misma vereda que tú y construyan juntos las comunidades que quieres que sean parte del planeta que quieren dejar para sus hijos para cuando ya no estés aquí...

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Vivir en vida

Al nacer y al reinventarnos, cada ser humano es como una hoja de papel en blanco, un papel que no contiene nada pero también contiene todas las posibilidades. Cada uno de nosotros está llamado a escribir en esa hoja en blanco: lo que es posible (según lo que conocemos), lo que es imposible (según nuestros miedos y creencias), lo que es visible (según lo que consideramos que es nuestra realidad) y lo desconocido (según la capacidad que tenemos de creer y confiar en lo milagroso o desconocido). Cada nuevo día tenemos la oportunidad de reescribir o modificar lo que en ese papel hemos escrito. Al final de cuentas, el presente y el pasado se pueden transformar cuando aprendemos a observar “la misma escena” desde una percepción diferente. Somos libres de observar el pasado desde el dolor y sufrimiento, o bien, observarlo desde lo que la vida nos está mostrando para fortalecernos y demostrarnos que aquello imposible y desconocido en lo que no nos atrevemos a confiar, es tan real como n

Los hijos no te escuchan, te observan...

Cuando pensabas que no te veía, te vi pegar mi primer dibujo al refrigerador e inmediatamente quise pintar otro.                            Cuando pensabas que no te veía, te vi arreglar y disponer de todo en nuestra casa para que fuese agradable vivir, pendiente de detalles, y entendí que las pequeñas cosas son las cosas especiales de la vida.                               Cuando pensabas que no te veía, te escuché pedirle a Dios y supe que existía un Dios al que le podría yo hablar y en quien confiar.                              Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos sanos y enfermos y aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.                               Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que no tienen nada y aprendí que aquellos que tienen algo deben compartirlo con quienes no tienen.                               Cuando pensabas que no te veía, te sent

Inclusión, ¿una utopía o una realidad?

Inclusión... ¿una utopía?, ¿un ideal?, ¿un sueño inalcanzable para la raza humana? No lo sé, pero mientras exista el mal entendimiento de que somos una especie con una inmensa diversidad y por lo tanto de inagotables diferencias, será un reto entender de raíz lo que es la inclusión y llevarla a cabo. La inclusión no debe ocurrir únicamente con personas con diagnósticos neurológicos o biológicos, la inclusión debe ocurrir bajo cualquier circunstancia en la que una persona o un grupo de personas sean mal entendidas por el resto. La exclusión ocurre con los adolescentes están por vivir una etapa mal entendida y los tachamos de rebeldes, no pensantes e irresponsables; con el autismo por ser una condición que no tiene explicación "lógica" y por lo tanto, no hay lógica general para relacionarse con ellos. Con los diagnósticos en los que faltan o sobran cromosomas porque físicamente nos parecen diferentes y sus necesidades biológicas son muy diferentes a las del resto. Co