"Tengo dos hijos increíbles, ambos con deseos, sueños, retos y necesidades “especiales” y ambos con diferentes “condiciones” de vida: uno diagnosticado con autismo, el otro diagnosticado como “normal”. ¿Cuál de los dos tiene realmente necesidades especiales? ¿El que aprende de una forma o el que aprende de la otra?
¿Quién es realmente el “especial”?: El que usa sus propios medios para expresar sus emociones y sentimientos con un vocabulario muy limitado. El que camina por la calle o va conmigo a un restaurante y la gente voltea a ver por sus movimientos estereotipados y que a todos les parecen “raros”. Al que llevo a ver una película de dibujos animados con 20 años de edad y se levanta del asiento a bailar la canción mas pegajosa de la película y nos mandan callar o salir de la sala. Aquel con el que he tenido que aprender que “salir corriendo de una fiesta” puede significar que hay una dificultad en su procesamiento sensorial de los sonidos, las luces, la muchedumbre y los olores. Ese con el que he tenido que aprender a explicarle la vida a través de historias sociales e imágenes simples que le ilustren lo que quiero que comprenda. El que me ha llevado a entender que la comunicación por telepatía es posible siempre y cuando mis emociones estén en armonía y balance. Al que me cuesta trabajo comprender porque yo aún no logro desarrollar las habilidades comunicativas necesarias para entender la manera en la que se percibe a sí mismo y percibe el mundo.
…O es especial el que en innumerables ocasiones limita su vocabulario para no expresar todas sus emociones, frustraciones y sentimientos. El que ha vivido en silencio el acoso escolar por tener un hermano al que le llamaban “el raro” sin que yo me diera cuenta hasta varios años después que se atrevió a contármelo. El que me ha llevado a aprender como funciona en realidad el cerebro adolescente para poder hablarle de sexo seguro, abuso de drogas y alcohol, control de emociones para no perderse en la ansiedad que le produce el exceso de tarea y las demandas académicas de la escuela. El que me ha llevado a fundirme en cursos y libros de inteligencia emocional para entender mis propias emociones, las de él y las de su hermano. El que me ha llevado a ver la vida como un reto por superar y una aventura por vivir todos los días. El que llora desgarradamente en mi hombro cuando siente que esta a punto de explotar con tanta ansiedad y confusión por no saber qué carrera elegir y se frustra porque esta a punto de reprobar su clase de Mandarín, que él mismo eligió cursar.
¿Quién de mis hijos es especial? Cuál de los dos necesita más de mí? ¿Quién de los dos es el que tiene el reto más significativo?
¿Quién es realmente especial? ¿Tú por leer mi mensaje o yo por escribirlo...?
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