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La intención de "cambiar" a tu hijo


Es bien sabido que los padres de familia siempre queremos “lo mejor" para nuestros hijos. La cuestión es que eso a lo que llamamos “lo mejor”, en muchas ocasiones lo decimos pensando en lo que creemos que hubiera sido o es, lo mejor para nosotros y olvidamos considerar la personalidad, emociones, sentimientos, puntos de vista, retos y dificultades de nuestros chicos.
Cuántas veces decimos a los hijos: “quiero que tengas o logres lo que yo no pude tener o lograr”, sin que tomemos en cuenta que esto representa una carga muy grande sobre sus hombros. En realidad no estamos deseando que ellos logren lo que ellos desean, sino que esperamos que ellos logren lo que nosotros no logramos. De esta forma, les negamos la posibilidad de elegir quiénes quieren ser, para llevarlos a convertirse en “mi YO”, el que no logró tener o hacer tal o cual cosa, por las circunstancias de vida que me tocaron vivir.
Este tema es muy delicado y confuso, ya que los padres en realidad deseamos “lo mejor” para nuestros chicos sin considerar que muchos de nosotros ni siquiera sabemos lo que realmente queremos para nosotros. ¿Cómo poder guiar entonces a los hijos desde la objetividad y el respeto? ¿Cómo decirle: “haz lo que quieras” cuando nos estamos dando cuenta que están a punto de estrellarse con un muro y eso les causará dolor y sentimiento de derrota? Quizá una buena idea es dejarlos estrellarse contra el muro, pero siempre desde el amor, el respeto y desde nuestro papel de acompañantes: “Sé que ese golpe dolió pero aquí estoy yo para darte la mano y acompañarte, darte mi punto de vista o darte un consejo, pero sin reclamar, sin decir “te lo dije, te lo advertí, es tu culpa” porque ellos ya lo saben y no necesitan escucharlo cuando se sienten tristes, enojados o experimentan una derrota.
Para que tu hijo se comporte mejor, te haga caso, madure, te escuche, etcétera, es necesario que hagas un ejercicio de introspección y te des cuenta “desde dónde” viene ese deseo que tienes de que él/ella “cambie". ¿Realmente ese cambio es en beneficio de tu hijo(a) o es en tu beneficio? ¿Es tu hijo(a) quien necesita cambiar o eres tú quien necesita cambiar lo que piensas de él/ella? Te sugiero considerar las siguientes posibilidades:
  • ¿Está viniendo el comportamiento de tu hijo(a) desde tu desesperación y frustración porque ya no puedes más con tu propia carga emocional?
  • ¿Estás esperando que tu hijo(a) cambie desde tu impaciencia e intolerancia?
  • ¿Te avergüenzan sus comportamientos, sus calificaciones y sus dificultades porque te preocupa lo que “los demás” digan de tu hijo(a) y te juzguen como un mal padre de familia?
  • ¿Vives comparando la vida de tu hijo contigo mismo(a) cuando tenías su edad?
  • ¿Te preocupa que en el futuro sea un “don nadie”, que no tenga un buen trabajo, amigos y una pareja que lo quiera y lo acepte?”
  • ¿Está viniendo desde tu frustración porque sientes que estás perdiendo el control de su vida, cuando en realidad quizá no tienes control de la tuya misma y te sientes molesto porque no te atreves a tomar decisiones?
  • ¿Estás observándolo desde tu miedo y desesperanza porque estás pasando momentos difíciles con tu pareja, tu familia, en tu trabajo, etc.?
  • ¿Estás anhelando que tu hijo(a) “cambie” desde tu más profundo y respetuoso amor por él/ella?
  • ¿Estás TÚ convirtiéndote (o ya eres) su mejor modelo a seguir? ¿Eres lo más coherente y congruente posible entre lo que piensas, dices y haces, y es por eso que esperas que él/ella imite tu manera de funcionar?  

Cuando tenemos una INTENCIÓN para nuestros hijos que proviene del fondo del alma o del espíritu, cuando somos suficientemente amorosos y sabemos poner límites sanos (a nosotros mismo y a nuestros hijos), entonces esa intención de verlos lograr “lo mejor”, contiene todo el poder del Universo. Lo único que debemos hacer es desapegarnos del resultado (comenzar a guiar en lugar de controlar) y saber que todo se dará de la mejor manera posible por ser un deseo auténtico que nace del corazón.

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